Un celiaco por el mundo (III): qué me llevo

Comenzaba la cuenta atrás, apenas una semana y debíamos despedirnos de nuestro entorno y empezar una vida temporalmente nueva, sin tantas comodidades pero que nos ofrecería conocer todos los lugares del mundo posibles y permitir que nuestra mente piense más allá de nuestro piso, nuestro barrio, nuestra ciudad...



Durante ese tiempo me había estado imaginando cómo podría ser mi día a día en un país totalmente desconocido con comidas tan diferentes y parecía seguro que volvería a situaciones similares a mis inicios sin gluten en España: "buscamos primero algún sitio donde pueda comer algo, y si no, tengo mi mochila por si acaso". La mochila de mano haría en cada día del viaje esas funciones, por si acaso no conseguía un lugar apropiado para comer.

Otra decisión que hay que razonar mucho ante un viaje tan largo, sea con o sin gluten, es qué equipaje llevar en la mochila. Para eso dedicaremos otra entrada específica en el blog. En mi caso, además, necesitaba decidir si sería oportuno transportar desde España algún producto sin gluten, o era una absoluta tontería, pues se gastaría en unos días y el viaje iba a ser de muchos meses. Dejé esa decisión para practicamente el día antes, dependería si tenía espacio de sobra en mi mochila de 75 litros.

Finalmente, así fue, y decidí llevarme unas barritas de cereales sin gluten y tres barras de pan de molde sin gluten. Al fin y al cabo, teníamos por delante casi 30 horas de viaje hasta Singapur y en el período de adaptación a la cocina asiática podrían ser útiles. No me equivocaba.

En lo que sí que estaba confundido fue en no llevar salsa de soja sin gluten. Cuando en esos días de preparativos leí que algunos celiacos que viajaban por Asia se habían llevado una botella me pareció ridículo e inapropiado. Pensé, si apenas tomo salsa de soja en España, para qué voy a necesitarla en el extranjero. Pues sí, sí que debí haberla echado en la mochila. En mi dieta por el Sudeste Asiático es habitual comer nasi goreng cocinado sin salsas al menos una vez al día. Y el primer plato me estuvo delicioso, también el segundo y el tercero; dos semanas más tarde era aburridísimo. Lo solucioné tras un mes de viaje, cuando en Kuala Lumpur, en el Cold Storage del centro comercial de las Petronas, encontré de una marca sin gluten.

Algo también indispensable en el día a día, considerando que no siempre sirven la comida con cubiertos y que la fruta hay que pelarla en estos países para evitar problemas, es mi navaja multiusos, con cuchara, tenedor, cuchillo...

Continuará...







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