365 días de viaje

¡Estamos de cumpleaños! En el momento en que estamos publicando esta entrada hace exactamente 365 días que empezamos nuestra aventura. Ahora podríamos decir que salimos de España por un tiempo o que nos habíamos marcado una fecha, seis meses, quizá un año. Pero entonces no estaríamos siendo sinceros. Si dejamos atrás la comodidad del hogar fue porque realmente creíamos en lo que hacíamos. Era nuestro sueño. Y por qué iba a ser solo un sueño, quisimos hacerlo realidad y lo hemos hecho. Aprovechando que cumplimos un año viajando, en esta entrada recordamos algunas sensaciones de estos doce meses.



¿Hasta cuando viajáis? ¿Volvéis pronto? Son preguntas recurrentes en los últimos meses. Lo cierto es que no sabemos la respuesta. Viajaremos hasta que dejemos de sentir lo que sentimos cada día. Desde hace un año no hay día que no estemos felices cada mañana preguntándonos qué veremos hoy, si nos gustará ese sitio, si será cómo esperábamos.

En este preciso momento, sentados delante del ordenador en Coffs Harbour (Australia), estamos haciendo una recolección de momentos en nuestra memoria y tratamos de poner orden a tantos recuerdos procedentes de tantos lugares.

Hemos pasado por diferentes etapas en estos doce meses, y alguna más si consideramos los meses previos al viaje. Pensar que era algo factible, tomar la decisión, los preparativos, las dudas finales y, por fin, el 17 de mayo de 2013, a las 14:10. El avión despegaba del aeropuerto de Málaga hacia Berlín. Después paramos en Abu Dhabi y al día siguiente comenzaba nuestra aventura asiática en Singapur. Poco después, Malasia, Indonesia, Tailandia, Laos, Vietnam, Camboya y vuelta a Tailandia. Hasta aquí era la ruta inicialmente establecida. Luego vinieron Myanmar, Sri Lanka y Filipinas.

La vida en Asia, que al principio nos parecía caos y nos costó asimilar, terminó gustándonos. Nos sentíamos tan bien, que cuando volábamos hacia Nueva Zelanda sentíamos que no queríamos irnos nunca de Asia. Desde ese momento, hemos vuelto al mundo "desarrollado" en Nueva Zelanda y ahora, en Australia.

No acaba aquí nuestro viaje, pero con tanto ya recorrido, es un buen momento para resumir en una frase cada país visitado y con qué nos quedamos de cada uno. Esto último será especialmente complicado, pues todos tienen infinidad de atractivos, así que, más bien, elegiremos en qué sitio nos hemos sentido mejor. Si pudiéramos teletransportarnos y revivir algún momento en cada país, estos serían los elegidos:

Fue la primera toma de contacto con el Sudeste Asiático, en un país-ciudad que mezcla muchas de las culturas que más adelante conoceríamos. Realidad asiática, pero en calles occidentales. Podríamos decir que fueron unos días de adaptación al viaje, couchsurfing incluido.
  • Nos teletransportaríamos a Singapur por la noche, viendo el Skypark del Marina Bay y el espectáculo de fuegos artificiales. Luego cenaríamos en un hawker.



Tras un mes y medio recorriendo toda la península de Malasia llegamos a acostumbrarnos a la llamada a la oración. Qué gran contraste entre un país islámico y el turismo de sus islas. Aunque Malasia no es la primera opción de muchos viajeros, para nosotros tiene un poco de todo: templos budistas, mezquitas, plantaciones de té, selva, playas, caos urbano en Kuala Lumpur, ambiente alternativo en Melaka. Y todo esto sin contar Borneo, que se nos quedó pendiente para otro viaje.
  • Volveríamos ahora mismo a las playas en las islas de la costa este. Mar elegiría Perhentians. Juan, Kapas. Así estaríamos días y días descalzos paseando por las islas, nos sumergiríamos en las aguas templadas del Mar del Sur de China para ver peces de colores, tortugas o tiburones. Comtemplaríamos cada día el atardecer...



Un país de miles de islas no se puede resumir en un párrafo. Partiendo de ahí, diremos que cada isla nos pareció un país diferente. Separadas por un rato de ferry, Java, Bali, Lombok, Sumbawa y Flores son tan diferentes que no se podría englobar en tan pocas líneas todo lo que tienen para ver: volcanes, Prambanan, Borobudur, templos en Bali, campos de arroz, playas, dragones de Komodo, aldeas tribales, snorkeling en aguas transparentes... Y eso que no vimos Sumatra ni Sulawesi, que nos guardamos para visitarlas en el futuro, y puede que repitiendo unas semanas en Flores. Los indonesios nos parecieron las personas más agradables que habíamos visto hasta entonces.
  • En ese retorno al pasado eligiríamos despertarnos a media noche, subir hasta el cráter de algún volcán a oscuras. Permaneceríamos allí tiritando del frío e imaginando qué tenemos delante. Para luego, con los primeros rayos de sol, quedarnos sobrecogidos observando el paisaje: ¿a cuál volcán vamos, Bromo, Ijen o Kelimutu?



Es el país más cómodo del sudeste asiático para viajar de mochileros, por lo menos eso nos pareció a nosotros. Bien comunicado, montones de cosas por ver. Buenas playas y aldeas tradicionales en las montañas del norte se juntan en un solo país. Bangkok es la ciudad del sudeste asiático qué más nos gusta. Nos sentimos muy bien allí y puede que por haber pasado allí la Navidad sea todavía más especial para nosotros. Si tuviéramos que elegir una ciudad para vivir de Asia, aquí nos quedaríamos, creemos que es fácil y barato vivir allí y está comunicada por avión y carretera con muchísimos otros destinos.
  • Sin duda volveríamos a algún mercadillo de Tailandia. Son tan variados (barbacoas, noodles, arroz, pinchitos, zumos, frutas, pancakes, frituras, dulces, insectos), que podíamos estar horas calle arriba y calle abajo. Lo mejor de todo es que no están pensados para los turistas, sino para los propios tailandeses, que siempre comen fuera de casa. Justamente esos puestecillos son los que en sanidad exterior recomiendan no comer nunca. De no hacerlo, nos habríamos perdido algo esencial: los puestos callejeros, la verdadera gastronomía tailandesa.



El país menos desarrollado de los que habíamos visto hasta entonces, con lo que conlleva en cuanto a pobreza, pero también en cuanto a belleza de sus paisajes. Solo visitamos el norte del país pero fue suficiente para descubrir lo que esconde Vang Vieng, más allá de la fiesta, pasear por el reducto turístico que es Luang Prabang y perdernos en las montañas, entre campos de arroz y comunicados solo por el río, en Nong Khiew y Muang Khua.
  • Nos gustaría regresar a un sendero hacia una de las aldeas perdidas en la montaña. Desde Muang Khua, tratar de averiguar qué dirección tomar, para volver a perdernos entre campos de arroz. Finalmente encontrar a algún campesino que pueda, por gestos, indicarnos que ese no era el camino correcto.



El país que más kilómetros hicimos de Asia. Muchas horas de autobús nocturno, poco tiempo en cada lugar, pero imprescindible en un viaje largo por el sudeste asiático. Es más que evidente el pasado bélico de sus tierras y su gente. Nos defraudó Sapa, pero nos encantó Cat Ba y Halong Bay. Mucho diferente por ver, ciudades como Hoi An, la Paradise Cave, kayaking en Lan Ha Bay...
  • Si pudiéramos, ahora mismo volveríamos a Cat Ba para alquilar un kayak en Lan Ha Bay. Pasaríamos el día remando entre las imponentes rocas kársticas y decidiríamos cuál de las pequeñas playas desiertas escondidas nos gusta más.



Parece que fue ayer, por entonces llevábamos 6 meses viajando y han pasado otros tantos hasta hoy. De Camboya esperábamos más, puede que fuera porque ya habíamos visto mucho del sudeste asiático. No nos gustó Phnom Penh. Pero luego nos relajamos en Kampot y nos sorprendimos de las playas de Koh Rong Island. Allí llegamos por casualidad, sin haberlo planificado. La belleza de las playas vírgenes de esta isla nos cautivó tanto que prolongamos diez días la estancia en esta isla. Malos recuerdos de los días posteriores en Siem Reap, donde Mar se recuperó del dengue. Angkor es un lugar que debe ser visitado sin dudas. El problema es que hay muchos miles de personas pensando esto a la vez y está masificado!
  • No estaría mal relajarnos un buen rato en Long Beach, ocupando unos metros de sus siete kilómetros de playa (todavía) virgen.



No sabíamos seguro si iríamos a este país al iniciar nuestro viaje, pero tras visitarlo, es uno de los primeros países que recomendamos visitar de Asia. Cómo íbamos a imaginar que existía un país tan arraigado a sus tradiciones y con la gente más encantadora que hemos conocido. Los filipinos son más sonrientes, pero para nosotros, los birmanos son los más agradables del mundo. Aquí vimos amanecer el 2014 en el lago Inle, nos sumergimos en la cultura budista y nos quedamos maravillados con Bagan. Si Myanmar está en la lista de algún viajero, debería sobreponerse a cualquier otro destino, antes que las masas de turistas lo transformen.
  • Repetiríamos uno de esos momentos en bicicleta por Bagan. Parando en algunos templos, a ser posible, antes de la puesta de sol y con una parada en un tea-shop para tomar un laepaiyi (té con leche).



Nos sorprendió Sri Lanka. Decidimos ir cuando estábamos en Vietnam, pero siempre había sonado en nuestra cabeza cuando planificamos el viaje. Es un país fácil para viajar, por estar bien comunicado por carretera, porque la gente habla inglés, es barato y está más avanzado que otros países asiáticos. Se nota la influencia de la India, es evidente estando tan cerca, pero es completamente diferente.
  • Nos teletransportaríamos al bus público que nos llevó a Sigiriya, nos sentaríamos otra vez en uno de los asientos del final, con las mochilas entre los pies y la cabeza asomada por la ventanilla buscando ver elefantes. Luego dejaríamos las cosas rápido y daríamos un paseo por Sigiriya, descubriendo animales en cada rincón.



Estando tan cerca de otros países, no nos planteamos que sería el último país al que iríamos del sudeste asiático. Tantas islas, tanto por ver, y con Nueva Zelanda como siguiente destino, tan solo pudimos estar un mes, que aprovechamos al máximo. Necesitaríamos al menos dos meses más para ver lo que queríamos. Fueron días agotadores de muchísimos kilómetros en bus, ferry y varios aviones para movernos entre las islas. Filipinas suena a playa, y es verdad, pero hay más que ver detrás de esas playas.
  • Veríamos atardecer una vez más en Port Barton, esperaríamos ese momento tumbados en aquella hamaca que ahora echamos de menos. Luego un lechon liempo nos vendría perfecto para cenar.



Si nos chocó Asia, más nos impactó volver a la vida civilizada de un país desarrollado. Ya no podíamos ir más lejos en el mundo que a estas dos islas, habíamos llegado a la distancia máxima de Málaga cerca de Auckland. Estar tan lejos puede que influya en la percepción que se tiene de este país. Fue una experiencia distinta y nueva en la furgoneta que alquilamos y que se convirtió en lo más parecido a una casa que habíamos tenido en los últimos meses. Paisajes como nunca habíamos visto, carreteras atravesando bosques y muchos pastos. Caminamos hacia glaciares, por parajes naturales de película y hacia acantilados con focas, leones marinos y pingüinos.
  • Nos volveríamos ahora a la furgoneta, cuando despertamos en el parking del monte Aspiring, y nos dimos cuenta del lugar tan impresionante donde habíamos dormido y la caminata que nos esperaba.



Probablemente el país con mejor nivel de vida de los visitados y eso se nota. Hemos decidido movernos menos en este inmenso país y tratar de usar couchsurfing y helpx todo lo posible. Hasta ahora, estamos encantados con lo que helpx ofrece. Es otra forma de viajar, estando más tiempo en cada ciudad, y así conocer mejor sus alrededores y a la familia con la que nos hospedamos.
  • no nos podemos teletransportar todavía, porque estamos ahora mismo aquí!



Para quién lea estas líneas: ¿te vas a quedar ahí viendo la opinión de dos viajeros, por qué no te animas a salir de tu país, ver otros lugares y ser capaz de elegir dónde pasarías un instante de tu vida sin importar los miles de kilómetros que te separen de ese sitio?

El viaje continúa...






No hay comentarios :

Publicar un comentario